martes, 21 de enero de 2014

Saludos, Amigo. ¿Cómo estás?
Cuando pienso en ti, mi corazón se alegra. Eres como el rostro del sol que resplandece para darme su calor y su luz y llenar mi existencia de regocijo. Tus cabellos alborotados, en esas sortijas que rodean tus sienes, esos dientes de conejo, cuando ries, esos ojos únicos de encanto, y toda la belleza que irradias ante mi, apaciguan mi alma, y me llenan de paz. Imágenes de flores de todos los colores, y aromas aparecen ante mí, solo con ver tus movimientos armoniosos, tu extravagante vestir, los dulces colores de tu ropa, me hacen admirarte y dar gracias a Dios, que ha permitido que se cruzaran nuestros caminos, y me concedieras por unos minutos eternos tu amistad o respeto. Atesoré tu recuerdo en mi mente, para disfrutar de esta experiencia, y ofrezco ese tiempo a Dios, que te ha hecho. Puedo ver a Dios en tí, e imagino que Él me permite verte con una visión eterna. Han sido los momentos más especiales que he experimentado en una larga temporada.
   ¡Qué perfecto es Dios, cuán grande Su sabiduría, al darte esa mente tuya, tan sutil, y aunque todavia inmadura, ya muestra signos de perfección!
Dios debe ser incluso más armonioso y bello. Me embelesaría mirandole, y olvidaría todo el universo en éxtasis. ¡Qué guay! Me quiero enamorar de Tí, Padre celestial. Gracias por la vida. Por la oportunidad de respirar el aire fresco y saber cuánto me quieres.Gracias por el aire que respiro. Por el agua que limpia y que bebo.Por la luz y el calor del sol, y por Tu Amor. Dame un abrazo, y estrecha mi corazón con el Tuyo, Padre, Madre, Amada. Aju.